La vi al fondo del paseo, sola, sentada en un banco rodeada de árboles marchitos, pronto me acerque hasta ella, estaba pensativa, no me vio llegar, me senté a su lado y respire profundo, mientras abandonaba mi suspiro, sin levantar la vista de sus agotadas manos, comenzó a hablar:
-Quién eres? Para qué has venido aquí?
Titubeé sin poder omitir sonido. Quién era? Cómo explicárselo a un desconocido?, y antes de poder agotar el instante para pensar continuó preguntando, cada vez con mayor impaciencia, como si buscase una respuesta que borrara aquel cansancio de sus manos y de su mirada:
-de verdad no sabes para qué estás aquí?
El silencio inundó aquel banco, siguió mirando sus manos, y yo empecé a mirar las mías, rumiando las insistentes preguntas que no había podido contestar. MI imagen se desvanecía entre mis pensamientos al no encontrar la respuesta, mi identidad se perdía en aquel instante.
Miré sus manos, ya no eran opacas, se habían convertido en siluetas de luz, poco a poco comenzó a desaparecer, la única razón para explicar lo que estaba sucediendo era que ella tampoco sabía quien era ni qué hacia allí... de pronto desperté, corrí hacia el espejo… pero ya no había nada…

Melancólica mi mirada perdida
jugueteo con mi pelo
rápidos pensamientos cruzan mi mente
y ninguno pretende instalarse
oscuro silencio me rodea
una cama fría y vacía me espera
y en esta noche en vela escribiendo
sigo echándote de menos.

Pude hacer mil cosas pero ninguna de ellas me satisfizo.Pude haber reido a carcajadas bajo el Sol más abrasador; pude llorar entre cristales rotos.Pero sólo hice una cosa: tocar con la punta de mis dedos el mismísimo cielo y no poder gritar para celebrarlo...