Escritura al azar...

Al fondo, más al fondo, luz, carne trémula y mandos a distancia oxidados. La sociedad me llena de saciedad hacia nuevos apetitos. Para la destrucción se supone. Al fondo, más al fondo, donde duelen los ojos hasta que se acostumbran al estallido de luz. Luz cegadora llena de razón, destronando a la pasión y alzándose al primer cajón del podio. Al fondo, más al fondo, escucho melodías arrastradas, llenas de ecos vacíos que me invitan a bailar, danza serpenteante recorriendo tu figura, cruel figura. Al fondo, más al fondo, encontrarás los recuerdos del ayer que nunca existió, bendita esquizofrenía que me permite aunar los dos mundos que más desprecio: vida y muerte, muerte y vida, sin intermedios para la distracción. Al fondo, más al fondo, en el callejón donde oriné y me mezclé con tu sudor, amargo sudor que bebería como si fuera el té de las cinco, gustosamente, exquisitamente y con buenos modales, incluso me compraría un bombín. Al fondo, más al fondo, donde guardas todas las palabras que no quieres que escuche nunca, guardas celosamente la llave de una inexistente cerradura...Puedo ver dentro de ti...

Hemos tardado en llegar, estos zapatos tienen demasiado tacón…pero a ella le gustan. Acudimos, como cada viernes de aquel último mes, hacía un sótano lleno de humo y ardiente vaho. Tal es la concentración de calor en el techo que asistes a una lluvia de expiraciones y gemidos, una atracción más para el grupo de voyeurs que nos solíamos reunir allí.
La música comienza a sonar…y con ella el espectáculo.
La noto ausente, no juguetea con mi pelo…con mis manos…con mis labios…como solía hacer mientras aumentaba su excitación. La miro mientras el aterciopelado licor de la copa no deja de jugar con su lengua, su mirada está fija en el suelo y el cigarrillo consumido entre los dedos de su mano izquierda.
Aquél enredo en mi estómago no me permitía articular palabra y parece que ella tampoco tiene intención alguna de hacerlo.
Termina el espectáculo... pero el silencio persiste…de pronto su mirada generará un leve movimiento…hacía él…ese mísero músico berlinés que me la estaba robando poco a poco…aunque quizá se la hubiese llevado ya…y la mujer que me acompaña en esta espesa noche sea únicamente mi soledad y no su recuerdo.