no le pidas peras al olmo

Era un bello atardecer…hacía mucho que no veía uno…y la sonrisa llenó su expresión. Comenzó a caminar, despacio, no quería gastar sus pasos, ese mismo caminar que tantas veces le había llevado a cruzar ese puente…hoy era distinto, tenía algo en mente.
Pulsó el pequeño botón y comenzó a descender por aquella larga lista de nombres, dando un toque de atención a cada uno de ellos. No tenía nada interesante que decir…ni que contar.
¿Cuantas personas puede llegar a acumular alguien en un listín telefónico?...de acuerdo…haré hincapié en la pregunta para obtener la respuesta adecuada…¿Cuántas PERSONAS puede almacenar alguien en un listín telefónico? Nadie conoce la respuesta…ni siquiera él se considera Persona…sólo buscaba aquella sensación que algún día tuvo…aquella sensación…expresión de eterno pasado, siempre pasado…aquel hormigueo de sentirse necesitado, una vez más…y sólo…en ese atardecer…no encontró a ese alguien que él necesitaba.


Gracias Luisito

Son seres espirituales que se derraman y caen muy despacio, con la densidad y la lentitud de la cola blanca. Y llega un momento en que se instalan en tus pies, y los llevas, caminando, donde ellos quieren.
Se mueven, ya digo, lentamente pero con perpleja seguridad. Y todo esto es siniestro, como una puerta abierta en la noche, y me da miedo.