Diario inerte

Elegí música estridente, para que al cruzar la puerta, y sólo con oír las dos primeras notas, supiese que le estaba abandonando.
Me senté a esperarle, quise que la escena fuese lo más dramática posible, así que me senté allí, en la bañera. Mientras la fina lluvia empapaba mi camisón blanco, comenzaban a dibujarse las efímeras formas, que de seguir así, perecerían en un breve lapso de tiempo.
La espera es eterna, y más cuando sabes que no hay tiempo…
Él nunca cruzó la puerta, nunca escuchó la estridente música, no volvió a ver mis formas…pero aprendí la lección…si no pretendes salvarte a ti mismo no esperes que lo hagan los demás…porque el tiempo de espera hasta tu turno para la vida inerte se acortará hasta alcanzarte.